¿Qué es la autoestima?
La
autoestima es quererse a uno mismo y querer a los demás. Significa saber que
eres valioso, digno, que vales la pena y que eres capaz, y afirmarlo. Implica
respetarte a ti mismo y enseñar a los demás a hacerlo.
Es
un conjunto de percepciones, sentimientos, ideas, pensamientos y
comportamientos que hacemos hacia nosotros mismos, como lo es nuestra manera de
ser y nuestro carácter.
Tiene
una gran importancia sobre nosotros en todo lo que es nuestro ser, nuestra
manera de ser y a la evaluación personal de nosotros mismos, si la baja
autoestima nos llega afectar podemos cambiar nuestra forma de actuar, nuestra
forma de estar en el mundo y la forma de
relacionarnos con las demás personas.
Nos
permite enfrentarnos a la vida con mayor confianza, benevolencia y optimismo, y
alcanzar más fácilmente nuestros objetivos y autorrealizarnos.
Desarrollar
nuestra autoestima es ampliar nuestra capacidad de ser felices; la autoestima
nos permite tener el convencimiento de merecer la felicidad, aumenta nuestra capacidad
de tratar a los demás con respeto, benevolencia y buena voluntad, favoreciendo
así nuestras relaciones interpersonales enriquecedoras y evitando las
destructivas.
“Amarse
a uno mismo es el comienzo de una historia de amor eterna” (Oscar Wilde).
¿Cómo se forma la autoestima?
En lo que nos rodea, a medida que nos
desarrollamos desde que somos niños, la sociedad nos enseña a poner
"etiquetas" de lo que está bien y de lo que no está, en muchos casos,
sin tener en cuenta los verdaderos valores que como seres humanos debemos
practicar.
La autoestima se forma desde la gestación, durante el período
prenatal y en los años que siguen después del nacimiento del niño, quien
aprenderá, de acuerdo con lo que perciba en su entorno, si es apto para lograr
objetivos y ser feliz, o si debe resignarse a ser común; uno más en una
sociedad en la que vivirá posiblemente resentido, ansioso y funcionando muy por
debajo de su verdadera capacidad.
Para
entonces, ya hemos construido una autoimagen,
puesto que habremos aprendido una forma de funcionar, y creemos que podemos o
no ser, hacer y tener.
En este proceso, la toma de conciencia de
la valía personal se va construyendo y reconstruyendo durante toda la vida,
tanto a través de las experiencias vivenciales del sujeto, como de la
interacción que éste tiene con los demás y con el ambiente.
"La opinión de los demás sobre ti no tiene que volverse
tu realidad" (Les Brown).
La
autoestima es un concepto gradual. Las personas pueden presentar en esencia uno
de tres estados de la autoestima.
Tener
una autoestima suficiente que
equivale a sentirse confiadamente apto para la vida, o, usando los términos de
la definición inicial, sentirse capaz y valioso; o sentirse aceptado como
persona.
Tener una autoestima deficiente que es
cuando la persona no se siente en disposición para la vida, se sentirse
equivocado como persona.
Tener
un término medio de autoestima que
es oscilar entre los dos estados anteriores, es decir, sentirse apto e inútil,
acertado y equivocado como persona, y manifestar estas incongruencias en
su conducta y en su forma de actuar, unas veces, con sensatez, otras,
con irreflexión, ayudando así a reforzar la inseguridad. (Nathaniel Branden).
"Nunca
nadie es tan pobre para no poder regalar una sonrisa, ni tan rico para no
querer recibirla" (Sandra Vargas Bonilla).
Autoestima
deficiente
Las personas
con autoestima que es deficiente tienen las siguientes características:
Tienen una autocrítica rigorista, donde tienden a crear un estado habitual de
insatisfacción consigo mismas.
Presentan una hipersensibilidad a la crítica, que las hace sentirse fácilmente
atacadas y a experimentar resentimientos pertinaces contra sus críticos.
Tienen una indecisión crónica, no por falta de información, sino por miedo
exagerado a equivocarse.
Presentan un deseo excesivo de complacer a los demás, no se atreve a decir
que no, por temor a desagradar y perder la benevolencia del peticionario.
Son perfeccionistas o tienen una autoexigencia de hacer perfectamente,
sin un solo fallo, casi todo cuanto intentan; lo cual puede llevarlas a
sentirse muy mal cuando las cosas no salen con la perfección exigida.
Una culpabilidad neurótica hace que se condenen por conductas que no siempre son
objetivamente malas, exageran la magnitud de sus errores y delitos y los
lamentan indefinidamente, sin llegar a perdonarse a sí mismos por completo.
Presentan una hostilidad flotante, una irritabilidad a flor de piel, siempre a punto de
estallar aun por cosas de poca importancia; propia del supercrítico a quien
todo le sienta mal, todo les disgusta, todo les decepciona, nada le satisface.
Tienen tendencias defensivas, un negativo generalizado y una inapetencia
generalizada del gozo de vivir y de la vida misma.
Autoestima
suficiente
Las personas
con una autoestima que es suficiente tienen las siguientes características:
Creen con
firmeza en ciertos valores y principios, y están dispuestas a defenderlos
incluso aunque encuentren oposición. Además, se sienten lo suficientemente
seguras de sí mismas como para modificarlos si la experiencia les demuestra que
estaban equivocadas.
Son capaces
de obrar según crean más acertado, confiando en su propio criterio, y sin
sentirse culpable cuando a otros no les parezca bien su proceder.
No pierden
el tiempo preocupándose en exceso por lo que les haya ocurrido en el pasado ni
por lo que les pueda ocurrir en el futuro. Aprende del pasado y proyectan para
el futuro, pero viven con intensidad el presente.
Confían
plenamente en su capacidad para resolver sus propios problemas, sin dejarse
acobardar fácilmente por fracasos y dificultades. Y, cuando realmente lo
necesitan, están dispuestas a pedir la ayuda de otros.
Como
personas, se consideran y se sienten igual que cualquier otro; ni inferior, ni
superior; sencillamente, igual en dignidad; y reconocen diferencias en talentos
específicos, prestigio profesional o posición económica.
Dan por
sentado que es interesante y valiosa para otras personas, al menos para
aquellos con los que mantiene amistad.
No se dejan
manipular, aunque están dispuestas a colaborar si les parece apropiado y
conveniente.
Reconocen y
aceptan en sí mismas diferentes sentimientos y pulsiones, tanto positivas como
negativas, y están dispuestas a revelárselos a otra persona, si le parece que
vale la pena y así lo desean.
Son capaces
de disfrutar con una gran variedad de actividades.
Son sensibles
a los sentimientos y las necesidades de los demás; respetan las normas sensatas
de convivencia generalmente aceptadas, y entienden que no tienen derecho, ni lo
desean, a medrar o divertirse a costa de otros.
Desequilibrios
de la autoestima
Los
desequilibrios de la autoestima pueden presentarse de las siguientes formas:
|
|
Trastornos psicológicos:
|
Ideas de
suicidio
Falta de
apetito
Poco
placer en las actividades
Pérdida de
la visión de un futuro
Estado de
ánimo triste, ansioso o vacío persistente
Culpa,
inutilidad y desamparo como sentimientos
Dificultad
para concentrarse, recordar y tomar decisiones
Trastornos
en el sueño
Inquietud,
irritabilidad
|
Trastornos afectivos:
|
Dificultad
para tomar decisiones
Enfoque
vital derrotista
Miedo
Ansiedad
Irritabilidad
|
Trastornos intelectuales:
|
Mala
captación de estímulos
Mala
fijación de los hechos de la vida cotidiana
Dificultad
de comunicación
Autodevaluación
Incapacidad
de enfrentamiento
Ideas o
recuerdos repetitivos molestos
|
Trastornos de conducta:
|
Descuido
de las obligaciones y el aseo personal
Mal
rendimiento en las labores
Tendencia
a utilizar sustancias nocivas
|
Trastornos somáticos:
|
Insomnio
Inquietud
en el sueño
Anorexia
Vómitos
Tensión en
músculos de la nuca
Enfermedades
del estómago
Alteraciones
en la frecuencia del ritmo cardíaco
Mareos
Náuseas
|
Escalera de la autoestima
Autoconocimiento: Es reconocerse a sí mismo, reconocer las
necesidades, habilidades, potencialidades y debilidades, cualidades corporales
o psicológicas, observar sus acciones, como actúa, por qué actúa y qué siente.
Autoevaluación: Refleja la capacidad de evaluar y valorar las
cosas que son buenas de uno mismo, aquellas que le satisfacen y son
enriquecedoras, le hacen sentir bien, le permiten crecer y aprender. Es buscar
y valorar todo aquello que le haga sentirse orgulloso de sí mismo.
Autoaceptación: Es la capacidad que tiene el ser humano de
aceptarse como realmente es, en lo físico, psicológico y social; aceptar cómo
es su conducta consigo mismo y con los otros. Es admitir y reconocer todas las
partes de sí mismo como un hecho, como forma de ser y sentir.
Autorespeto: Expresar y manejar en forma conveniente
sentimientos y emociones, sin hacerse daño ni culparse. El respeto por sí mismo
es la sensación de considerarse merecedor de la felicidad, es tratarse de la
mejor forma posible, no permitir que los demás lo traten mal; es el
convencimiento real de que los deseos y las necesidades de cada uno son
derechos naturales, lo que permitirá poder respetar a los otros con sus propias
individualidades.
Autoestima: La persona se conoce es consciente de sus
cambios, crea su propia escala de valores, desarrolla y fortalece sus
capacidades y potencialidades, se acepta y se respeta; está siempre en
constante superación, por lo tanto, tendrá un buen nivel de autoestima,
generando la capacidad para pensar y entender, para generar, elegir y tomar
decisiones y resolver asuntos de la vida cotidiana, escuela, amigos, familia,
etc. Es una suma de pequeños logros diarios.
Autores de la autoestima
William James, a finales del siglo XIX, publicó su obra Los Principios de la Psicología. Según James, todos somos conscientes en mayor o menor grado, nace la autoestima.
Abraham Maslow, en su jerarquía de las necesidades humanas, describe la “necesidad de aprecio”, que se divide en dos aspectos, el aprecio que se tiene uno mismo y el respeto y estimación que se recibe de otras personas.
Carl Rogers, máximo exponente de la psicología humanista, expuso que la raíz de los problemas de muchas personas es que se desprecian y se consideran seres sin valor e indignos de ser amados; de ahí la importancia que le concedía a la aceptación incondicional del cliente. En efecto, el concepto de autoestima se aborda desde entonces en la escuela humanista como un derecho inalienable de toda persona.
Robert B. Burns considera que la autoestima es el conjunto de las actitudes del individuo hacia sí mismo. El ser humano se percibe a nivel sensorial; piensa sobre sí mismo y sobre sus comportamientos; se evalúa y los evalúa. Consecuentemente, siente emociones relacionadas consigo mismo. Todo ello evoca en él tendencias conductuales dirigidas hacia sí mismo, hacia su forma de ser y de comportarse, y hacia los rasgos de su cuerpo y de su carácter, y ello configura las actitudes que, globalmente, llamamos autoestima. La autoestima, para Burns, es la “percepción evaluativa de uno mismo”.
El budismo considera al ego una ilusión de la mente, de tal modo que la autoestima, e incluso el alma, son también ilusiones; el amor y la compasión hacia todos los seres con sentimientos y la nula consideración del ego, constituyen la base de la felicidad absoluta. “el budismo no es el camino hacia la felicidad, la felicidad es el camino”.
Bibliografía
Alcántara,
J. A. (1993) "Como educar la
autoestima". España: CEAC
Haeussler, I.M. (1995) “Confiar en uno mismo”. Chile: DOLMEN
0 comentarios:
Publicar un comentario